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Recuerdos de una tabla: Alfredo Calvo

Parece que algunos seguidores del blog se animan a escribir y contarnos sus intimidades surferas. Me alegra un montón, sobre todo porque el mismo autor reconoce haber pasado un buen rato recordando tiempos pasados, cosa que siempre es bueno. Compartimos un tiempo muy parecido, pues somos de la misma época; pero además compartimos shaper, pues yo tambien tuve mucho trato con Manolo Panea y toda la gente de Freezed Bee, así que me ha "prestao" también a mi. Gracias Alfredo, de veras...


"Mis dos pasiones ha sido y son el surf y las motos, pasiones por cierto no muy compatibles, quizás por eso se han complementado en cierto modo para llenar mi imaginario durante muchos años.
Motos y tablas, prácticamente me gustan todas, me encanta verlas y escrutar en los detalles, disfruto al imaginar cómo se han concebido sus originales formas y en muchos casos intentando recordar dónde he visto este diseño o su predecesor anteriormente.

En esto me ocurre como con las mujeres, es imposible tenerlas a todas, así que, o eliges bien la que te conviene y le eres fiel, o nunca alcanzarás la felicidad completa. Creo que por eso yo he sido hombre de pocas motos y también de pocas tablas, pero, al igual que ocurre con la mujer que he elegido, aún me queda mucho recorrido para llegar a conocerlas.

Centrándome de una vez en las tablas, con 17 años, allá por agosto del 85, me hice con una Jerónimo Surfboards, ¿blanca?, más bien amarillenta, single fin bien gordita de unos 2,10, con la que, ya en Septiembre, conseguí ponerme de pie en una derechita de La Roca, ese día supe que ya estaba enganchado. Durante dos años fue la tabla que se ataba siempre debajo de las otras, muy buena para bajar cachotes, al llegar abajo giraba yo, pero ella no, así que ahorrando, ahorrando,…

En Octubre 87, la Freezed Bee, 1,80, preciosa, con sus 3 quillas naranjas, mi primera tabla nueva. Todavía me acuerdo de ir cada dos días al taller de Manolo Panea para ver su evolución. Cuando la encargué ya estaba empezada, para alguien que al final no la iba a poder comprar, cosa que a mi me pareció genial, porque sólo tardaría una semana en tenerla lista. Salí de aquel chamizo de la calle Hermanos Felgueroso con mi tabla bajo el brazo y no veía el momento de llegar a casa y empezar a embadurnarla de Sex Wax.
Le guardo un cariño especial a esta tabla, quizás por que la asocio con el periodo de mi vida en el que disfruté de mayor libertad. Con ella y con mis amigos de entonces recorrí toda la costa atlántica, desde Costa da Caparica hasta Hossegor, durante los mejores cinco o seis años de surf de mi vida.

En Septiembre del 95, ya con poder adquisitivo y todo lo demás que conlleva tener un trabajo, responsabilidades, y falta de tiempo para hacer todo lo que solía hacerte feliz, me compré la Channel Islands, un trifin 6’4” de Al Merrick, que me trajeron del campeonato de Hossegor, igualita que la de Tom, mi mejor tabla sin duda, la que tengo actualmente. Estoy seguro que si las maniobras que hacía Tom Curren con una igual se pueden hacer con la mía, teniendo en cuenta que las olas vienen a ser las mismas, entonces no necesito más tabla en toda mi vida, a no ser que, Neptuno no lo quiera, le ocurra una desgracia, claro."

Alfredo Calvo
Gijonés en Burgos

1 comentario

NIcolás -

Una entrada muy guapa Chuck, Alfredo es un gran tío, un currante, buen padre y buen marido (para aguantar ese destierro siberiano-burgalés hay que tener un par de huevos...), él lo vale.

Un abrazo para Alfredo y mi enhorabuena a Chuck por estas historias que nos cuentas y tanto nos prestan.

Saludos.