Hoy por la tarde tuve una enriquecedora charla con Pablo, un gijones que lleva media vida buscando como surfear olas grandes. Su búsqueda se centra, básicamente, en encontrar materiales y formas nuevas que le permitan surfear olas cada vez mayores y disfrutar de algo diferente.
Después de muchos años surfeando tablas convencionales, el tow-in, o surf de arrastre, le pilló fuerte. Me enseñó ese quad, 510", de madera maciza, con un peso de unos 9 kilos. Impresionante su peso, su finura, sus cantos... y lo mejor es que la hizo él mismo!! Un trabajo muy fino que dice mucho de lo que es capaz este hombre.
En esta foto el mismo Pablo me muestra el escalón que incorpora en sus straps, algo que hace que los dedos del pie puedan hacer fuerza y tracción sobre la tabla; un invento suyo.
Con ella se ha surfeado en la zona de Lastres alguna ola francamente grande, muy grande.
Pero lo que le tiene completamente comido el tarro es el hidrofoil. Un cacharrete al que muchos asociamos con Laird Hamilton hace unos años. Algo que apareció entonces pero que no tuvo mucho desarrollo, por supuesto mucho menos que el tow-in. Algo que tampoco Pablo se explica, porque como él mismo me comentaba, "estoy convencido de que es el futuro".
Difícil, es muy difícil de manejar, de controlar; pensad que no tienes ningún canto al que apoyarte, ninguna referencia; él lo llama volar, y es que tiene que ser algo más parecido a volar que a deslizarse. Pablo describe las sensaciones, lo vive; tiene que ser algo acojonante. Pensar en como te puedes sentir a una velocidad de vértigo, subido en un palo a más de un metro de altura del agua, perseguido por una ola de 5 metros.
Partió de un material convencional de Skyski, pero a partir de ahí él mismo empezó a investigar y a probar. Física e hidrodinámica se unen y la cosa se complica mucho, muchísimo. Pablo empieza a hablar de angulos de ataque, de valores aquí y allá, y yo obviamente me acabo perdiendo: es demasiado para mí. Ha desarrollado nuevas aletas, basándose en muchos casos en las del mundo animal, mucho más desarrollado de lo que nosotros imaginamos; algo absolutamente de ciencia ficción.
Las botas van fijas a la tabla, no hay posibilidad de soltarse. E ir "anclado" a los 20 kilos que puede llegar a pesar todo no es buena cosa, sobre todo con una ola enorme besándote el culo...
Lo que me sorprendió es su fé en todo esto, su total compromiso con el asunto y la manera en la que describía las sensaciones: algo casi espiritual.
La invitación a probar esta hecha, se lo agradezco de todo corazón y espero poder hacer un esfuerzo y catar todo esto. Es, evidentemente, otro mundo.